« Home | Inspiración innata » | Arte sólo hay uno: el que recoge a todos en sí » | Vincent Price -Elegancia y terror- » | Últimas espirales encontradas » | Un día más en Claroscuro » | Poesía del inconsciente y de la vida, oculta como ... »

Escupeanzuelos


*Escupeanzuelos*
Hooksplit

Arthur Revert es un chico de 11 años que vive en Escocia. Es muy pasivo y solitario, aunque siempre se encuentre rodeado de mucha gente. Su familia, compañeros de colegio, pero aunque esté siempre con ellos se ve desdichado y su vida no tiene ningún sentido. No se queja de su angustioso estado, todo lo contrario, se lo guarda en el profundo interior de su amargo corazón. Todo se debe a que la gente que le rodea, todas esas personas no son tan buenas con él. Nadie tiene interés por él, ni su familia ni sus compañeros más cercanos. Bueno, la excepción es Jonás(o Johann) un chico de su misma edad, que lleva unas enormes gafas, por cuyos cristales se asoman sus diminutos ojos. Éste es un chico de un carácter muy quejicoso, escéptico y pesimista. Se queja de todo lo que le ocurre, de lo que les sucede a los demás y ve de forma muy negativa todo lo que le propongan. Es tan asustadizo que no ve claro ni su propio futuro. Tiene un gato negro y Arthur siempre está observándolo.

Al acabar el curso, una desgracia más le sobrevino a Arthur: ha suspendido todas las asignaturas. No se encuentra motivado por nada, de hecho no muestra cara de tristeza ni de felicidad, sino de melancolía. Tampoco tenía motivación alguna antes de comenzar el curso. Sólo tiene un sueño en esta vida: Espera morir como un héroe en algún campo de batalla de alguna guerra del mundo. Su mayor aspiración es ser periodista, concretamente corresponsal de guerra y así morir como muchos lo han hecho, con honor y valentía en un lugar alejado del mundo monótono y gris que le rodea. Un lugar exótico, diferente de su triste día a día. Esta fascinación por el periodismo le hace llevar una cámara fotográfica de juguete al cuello. Cada vez que quiere retratar una imagen para la posteridad, dispara un objetivo aterrador cómo si de una caja sorpresa diabólica se tratase. Su vida no tiene sentido, ni valor, ni nada por el estilo.

Su llegada a casa no puede ser más triste: abre la puerta silenciosamente y cabizbajo camina hacia delante. Una sombra grande y espesa le marca el camino. Se oyen voces que cuchichean con tono estridente. A medida que Arthur avanza, la conversación se convierte en audible. Es su madre que está compartiendo opiniones de la moda actual con su hermana Maryan(o Jenny). Arthur sin levantar cabeza, acude tal y como ha entrado a su cuarto. Su familia ha hecho caso omiso a su llegada, como es habitual en su hogar. En su habitación se tumba encima de la cama y se recoge como una ardilla asustadiza. Su madre sabe que ha suspendido puesto que el director había llamado antes de su llegada. -“¡Oh! ¿Mi hijo Arthur dice, Sr. Director? Es un negado, no se preocupe. No hace falta que me avise, no tiene futuro este chico. Ya no me preocupa en absoluto por que sé que no sirve para nada.”- contestó. La preocupación por su hijo nunca existió.

Maryan es la hija predilecta y su relación con su madre es fortísima. Siempre están juntas. Van de compras juntas, cocinan juntas, charlan juntas, y si critican a Arthur, ¡También lo hacen juntas! Pero las palabras despectivas hacía Arthur no le afectan en absoluto. Nunca recibió cariño de ellas y unas simples habladurías no le harían entristecer más su cara llena de pasividad y melancolía. Nunca se quejo ni rechistó. Ni siquiera se defendía. Sólo en su cuarto se encerraba casi sin luz y lleno de agonía. Ya intentó suicidarse varias veces al no encontrar apoyo ninguno en su corta vida. En la ducha y boca arriba comenzó a beber agua, sin respirar, hasta que no pudo más y escupió todo lo que en su boca había. Incluso en su vuelta de la escuela sin cuidado andaba, para que muchos coches que circulaban le rozaran.

Tras el paso de la tarde y cuando el cielo se oscurecía, las voces por fin habían cesado, pero Arthur seguía en la misma posición y estado. La puerta de su cuarto lanzó un quejido, alguien estaba entrando, o simplemente sería el viento que se había levantado. Era su padre Raymond, que había venido a preguntarle que le ocurría, al tener completo desconocimiento de sus tristes calificaciones en el colegio. Pero antes de que Arthur se inmutase, su madre lanzó un gruñido.-¿Qué haces Raymond, cariño mío? Deja al niño ¿No ves qué no se merece nuestra atención? ¡Que se ahogue en su propio delirio!-. Y se retiró lentamente de vuelta con su mujer y su hija, mientras Arthur su cabeza vacía de pensamientos tenía.

Ya era más tarde de medianoche y por fin Arthur en la misma posición dormía. Temblaba, algo le perturbaba, pero una sonrisa en su cara desmentía dicha teoría. De repente en su cabeza hueca y vacía, como los demás decían, se creaban imágenes de un sueño nocturno, ni claro ni oscuro. Estaba vestido con diferentes vestimentas, más profesionales y con su eterna cámara de juguete se disponía a cubrir una tremenda e importante guerra. Se encontraba en un país desconocido y diferente de diferentes culturas y costumbres, paisajes distintos y minoritariamente civilizado. Todo perfecto para el muchacho.

La batalla se cuestionaba entre los guerreros samurai y los habitantes del país vecino por la razón de que estos últimos tendían a copiar todo de los otros: costumbres, ropas, enseñanzas y modas. Los soldados batallaban a golpes y con espadas. Al ver inservible tal armamento, uno de ellos sacó un vil invento de la sociedad moderna y occidental. Un cañón semejante al que utilizaría un corsario en sus abordajes y motines a otros barcos. Un fallo hizo que la bala de cañón se dirigiera directamente a Arthur, que con los brazos abiertos, una sonrisa en la boca y los ojos cerrados, esperaba ansioso el recibimiento de su querida y desconocida amiga, la Muerte. De repente y justo un momento antes de que la bala le alcanzase, ¡Plofff! La imaginación de Arthur volvió a la realidad con un escalofrio al sentirse a salvo y vivo, y seguidamente se entristece.¿Se sentiría como si un Rigor mortis padeciese?

No se sentía bien, como siempre, y más habiendo estado tan cerca de lo más deseado. Y como ya se sentía desvelado decidió ponerse la ropa y salir sin rumbo de su pequeña casa, a pasear, sin rumbo y sin orientación, por las nublosas zonas escocesas. Pasea entre la niebla, solo, y más solo se encuentra al no poder distinguir ni el suelo que pisa como si en un mundo o espacio nebuloso se encontrase, como en una cabeza vacía de ideas y de dilemas. Tras caminar durante un largo periodo con la cabeza agachada sin una expresión en su cara que no signifique melancolía, acabó en un claro, con una especie de estanque o diminuto lago, en el que desemboca el río Harthope Bum, afluente de Tweed. Eso quería decir que se encontraba cerca de las riberas del Helmoor Loch, en las nacientes del río Sliting Waters, donde se contaban leyendas de apariciones de duendes en el lugar.



Loko...xD

Has puesto al Jonás!!! xDDDDD

Nada nada, ya me enseñarás el guión y eso....

Puh!

Si, es que es imposible obviar a uneprsonaje asíXXDD
Ecupeme un anzuelito...snifff

Publicar un comentario



Archivos

Enlaces

Webmastered by